Sissi, emperatriz accidental by Allison Pataki

Sissi, emperatriz accidental by Allison Pataki

autor:Allison Pataki [Pataki, Allison]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-02-16T16:00:00+00:00


—¡Isa, estás despierta! ¡Por fin! —Francisco se levantó del sillón que ocupaba delante de la chimenea y corrió hacia su mujer, que seguía en la cama—. Creía que ibas a dormir durante días.

—Francisco. —Sissi se despertó desorientada a causa del profundo sueño, pero inmensamente aliviada por el hecho de ver el rostro de su marido nada más abrir los ojos. A medida que recobraba la conciencia, trató de incorporarse. Pero al notar que le dolía todo el cuerpo decidió no hacerlo—. Francisco, ¿dónde está Elena?

—Nuestra preciosa niñita está descansando felizmente en su moisés. —Francisco, que estaba al lado de la cama, tomó a Sissi de la mano para cubrírsela de besos—. Isa, es perfecta, ya lo comprobarás cuando la veas.

Sissi echó un vistazo por el dormitorio, buscando el moisés. Parpadeó, aún desorientada. Tenía la boca tan seca que se temía que le salieran grietas.

—¿Dónde está?

—Con su abuela, en la habitación infantil.

—¿Con Sofía?

—Sí. —Francisco asintió con la cabeza y le besó la mano de nuevo—. Mi madre ha encontrado a una nodriza perfecta. Ay, Isa, estoy muy orgulloso de ti. Has sido muy valiente, cariño mío. ¡Bravo!

—Francisco, quiero ver a Elena. Todavía no la he cogido en brazos. —De forma instintiva, Sissi se tocó los pechos, que notó más hinchados de lo que habían estado durante el embarazo e insoportablemente sensibles—. Quiero amamantarla.

—Ah, un momento, Isa. —A Sissi no le gustó la expresión que asomó al rostro de su marido—. Ya te has esforzado bastante.

—¿Cómo? Menuda tontería. Quiero a mi bebé.

—En el palacio las cosas se hacen de una manera determinada. —Francisco hizo una pausa y bajó la mirada apartándola del rostro de su mujer para clavarla en la mano que sostenía entre las suyas—. La emperatriz no amamanta a sus hijos.

—¿Cómo? ¿Por qué no?

—Pediré a mi madre que te lo explique… o a las enfermeras. La verdad, no es un tema que yo deba tratar contigo.

—Da igual —replicó Sissi, demasiado cansada y ansiosa por ver a su hija para discutir al respecto—. Bueno, pues no la amamantaré, pero quiero ver a Elena.

—A ver, es mejor que no nos apresuremos a la hora de elegir el nombre. —Francisco se removió, si bien siguió sentado en la cama.

—¿A qué te refieres con lo de apresurarnos? Ya lo decidimos hace meses. Eso no es apresurarse.

—Pero, Isa, te repito que en el palacio las cosas se hacen de una manera determinada. Y poner nombre a los niños es algo en lo que también participan los abuelos. En fin, a mí me pusieron el de mi abuelo.

Sissi sintió un nudo en la boca del estómago.

—Isa, no te enfades —añadió Francisco de antemano.

—¿Tu madre quiere elegir el nombre de nuestra hija?

—Sí. Y creo que debemos permitírselo. Solo esta vez. Como muestra de respeto.

—¿Qué nombre quiere ponerle?

—Mi madre ha pensado que sería bonito ponerle un nombre familiar.

—Elena es un nombre familiar, Francisco.

—Mi madre ha sugerido llamarla… Sofía.

—Qué sorpresa —replicó Sissi con ironía—. Sofía. Como ella.

—Exacto —convino Francisco ajeno a la ira que sentía Sissi—. El sacerdote ha redactado el anuncio que se ha distribuido por las parroquias de todo el imperio.



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